martes, septiembre 29, 2009

El discurso de Nethanyahu desvaloriza el Holocausto


Éste fin de semana publiqué mi opinión sobre el eufórico y demagógico discurso del primer ministro israelí Benjamin Nethanyahu ante la Asamblea General de las Naciones Unidas (léase: Nethanyahu y sus demagogías).

Dicho discurso provocó críticas en todas partes del mundo, la amnesia política del primer ministro israelí, así como el uso del victimismo para esterilizar y limpiar los crímenes del sionismo internacional haciendo uso del Holocausto como fuente de legitimación resultaron terribles incluso para sus correligionarios. Ante ello Gideon Levy publicó una crítica a su discurso el pasado 25 de septiembre en el diario israelita Haaretz titulado Netanyahu's speech / Cheapening the Holocaust en el cual acusa a Nethanyahu de desvalorizar el Holocausto con su discurso...Hoy ha sido publicada una traducción para Rebelion.org de dicho artículo la cual reproduzco a continuación:

Traducido para Rebelión por J.M. y revisado por Caty R.

El Primer Ministro, Benjamin Netanyahu, desvalorizó la memoria del Holocausto en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Y lo hizo en dos oportunidades. La primera, cuando blandió la prueba de la existencia real del Holocausto, como si fuera necesario, y la segunda cuando comparó a Hamás con los nazis.

Si el presidente Mahmoud Ahmadinejad niega el Holocausto, Netanyahu lo degrada. ¿Hace falta una prueba después de 60 años? ¿O es que el mundo puede pensar que tiene razón el «negador»?

También es dudoso que cualquier historiador reconocido pueda asumir la comparación del Primer Ministro entre Hamás y los nazis, o entre el bombardeo sobre Londres y los cohetes Qassam sobre Sderot. En el bombardeo de Londres, 400 bombarderos alemanes y 600 aeroplanos mataron a 43.000 personas y destruyeron más de un millón de viviendas. Los cohetes de Hamás, probablemente el armamento más primitivo del mundo, mataron a 18 personas en 8 años. Sí, sembraron mucho terror, pero, ¿hablar de bombardeos?

Y si podemos comparar a una organización terrorista pobremente equipada con la terrorífica máquina asesina nazi, ¿por qué no podrían otros equiparar la conducta de los nazis con la de los soldados del ejército israelí? En ambos casos, la comparación carece de fundamento y además es indignante.

Netanyahu comenzó su discurso como si fuese el presidente del Museo del Holocausto Yad Vashem -Holocausto, Holocausto, Holocausto, su familia y la de su mujer. Luego habló en los términos de Simon Peres cuando augura "un futuro de color de rosa" para la humanidad.

No menos demagógico fue su ataque al régimen iraní. Allí disparan contra los manifestantes, protestó con vehemencia. Como si nosotros no hiciéramos lo mismo en Bilín y Naalin.

Luego vino la patada: la operación “plomo fundido” fue un ataque preciso. Los israelíes telefonearon a miles de habitantes para decirles que abandonasen sus casas. ¿Para ir adónde, señor Primer Ministro? ¿Al mar? Dijo que el ejército israelí, que asesinó a unos 1.400 palestinos, la mayoría civiles, hizo gala de una moderación sin precedentes.

Prosigamos: hicimos la paz con todos los líderes árabes que la querían, dijo el Primer Ministro. ¿Qué pasó con el presidente sirio, Bashar Assad, que ha estado llamando a la puerta durante años diciendo que quiere la paz? Nadie le abrió esa puerta.

Puede que el discurso sobre la seguridad y las víctimas todavía tenga compradores entre las mujeres de la WIZO (Womens International Zionist Organization, N. de T.) en Estados Unidos, pero eso es todo. A una potencia regional que tiene casi todas las armas del mundo en su arsenal y lucha contra organizaciones armadas de forma primitiva, es difícil tomarla en serio cuando habla de seguridad, en particular cuando se trata únicamente de la seguridad de los israelíes.

Después llegó nuestro derecho ancestral a la tierra y las inevitables referencias a los versos bíblicos, en inglés y en hebreo original, que siempre cierran sus actuaciones en esas ocasiones, aunque Netanyahu, a diferencia de sus predecesores, no lució la kipá de los momentos cruciales.

Se suponía que ese momento debía conmover a los oyentes, pero, al menos a mí, la propaganda del Primer Ministro me dejó indiferente. El Aleluya sólo se oyó anoche, en el estadio Ramat Gan, en el concierto de Leonard Cohen.
Aunque no necesariamente comparto todos sus puntos de vista, si estoy de acuerdo en muchos otros.

Desde hace tiempo soy de la opninión de que el gobierno israelí y el sionismoantisemitismo moderno el cual seguirá creciendo mientras no se le ponga un alto al Estado de Israel. son responsables de gran parte del

Leo en un artículo llamado La lucha contra el antisemitismo en Canadá por Yakov M. Rabkinpublicado hace tiempo en el Canadian Charger lo siguiente:

Según el autor israelí Tom Segev, el fundador del sionismo, Theodore Hertzl, consideraba a los antisemitas como “amigos y aliados”: los antisemitas quieren liberarse de los judíos, mientras que los sionistas quieren agruparse en Israel.

Muchos judíos lo advirtieron y se opusieron al sionismo desde el principio, a finales del siglo XIX, porque vieron que los sionistas jugaban en el campo de sus peores enemigos, los antisemitas.

Es más, la cooperación de los sionistas con los antisemitas usualmente era armoniosa. Así ocurrió en los años 30, cuando los emisarios sionistas en Alemania establecieron una buena relación de trabajo con las autoridades nazis.

En opinión de Howard Sachar, historiador estadounidense favorable al movimiento sionista, Adolf Eichmann, que estaba encargado entonces de la emigración judía, “negociaba cordial y cooperativamente con los representantes sionistas de Palestina. Cuando los sionistas solicitaron permiso para abrir campos de entrenamiento profesional para los futuros emigrantes (a Palestina), Eichmann brindó su apoyo con albergues y equipamiento”.

Desde 1948, cuando los sionistas declararon unilateralmente la independencia de Israel, contra la voluntad de la mayoría no judía de Palestina, los líderes israelíes se preocuparon abiertamente porque los judíos volvían a ser una minoría en Tierra Santa.

Para contrarrestar este espectro, alentaron la inmigración de ciudadanos judíos de otros países. Como la mayoría de los inmigrantes se trasladaron a Israel bajo la amenaza –real o supuesta- del antisemitismo, más que por razones ideológicas, el antisemitismo sirvió a los intereses de Israel.

Mientras la historia es reecrita y manipulada por las potencias occidentales, Israel presiona a los E.U. para elevar las sanciones contra Irán o apoyar la iniciativa para un ataque militar contra éste por su supuesto plan para desarrollar armas nucleares.


Fuentes y enlaces:

Opinión de Gideon Levy en Haaretz

Traducción de Rebelion.org

La lucha contra el antisemitismo en Canadá

Mi archivo sobre el sionismo

El Lobby israelí presionará a Obama